“¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga?” Santiago 3:11 NTV
Cuando estamos tentados a decir algo perjudicial, crítico, jactancioso, o con aire de superioridad, debemos detenernos a pensar en el efecto que esto tendrá, puesto que se nos advierte de dar uso adecuado a la lengua.
Para tener amigos no solo debemos mostrarnos como amigos, también debemos saber comunicarnos, cuidando lo que decimos porque la lengua incontrolada, mentirosa y la mirada altiva, Dios aborrece; más evitaríamos argumentos en contra y disminuirían las tensiones si reaccionamos con sabiduría callando a tiempo, sabiendo qué decir, cuándo hablarlo y a quién referirnos.
Si contenemos nuestras palabras ahora, no tendremos que arrepentirnos después.
Cuida tus palabras donde cada conversación sea para edificar, alentar y construir. Te reto a que esta semana examines tus palabras y te propongas a cambiar aquellas que no son correctas ante los ojos de Dios, igualmente practica decir a dos personas diferentes, algunas palabras positivas, quizás lo estén necesitando.
RAFAEL APONTE | PASTOR SIN MUROS
@rafael.aponte.92775