“Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada” Proverbios 10:19 NTV
Como me dijo un amigo, “No hay diferencia que no se pueda arreglar con un café y una buena conversación”. Estoy queriendo decir que cuando se dialoga en términos de respeto y cordialidad es posible el entendimiento con el prójimo.
Hoy vivimos en un entorno donde la agresión verbal es el pan de cada día. Es difícil encontrar en las redes sociales una opinión respetuosa o una crítica constructiva. El deseo hoy es aplastar al otro, destruir su reputación y credibilidad con toda clase de palabras ofensivas. Eso no es de Dios, es diabólico.
Un genuino cristiano comprende el efecto que sus palabras tienen, y sobre todo, que tiene que rendir cuentas por cada una de ellas delante del creador en el día final. Por eso el llamado del Señor es a pesar nuestras palabras, buscando con ellas consolar y edificar, nunca herir. Un genuino hijo de Dios se conoce por sus palabras, porque lo que hay en el corazón, lo revela la manera de hablar.
CESAR FAJARDO | PASTOR SIN MUROS
@cesarfajardosm