“El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y peces, pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e incansable, llena de veneno mortal. A veces alaba a nuestro Señor y Padre, y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen. Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien!” Santiago 3: 7 -10 NTV
Una persona puede pronunciar muchas palabras por minuto y varios miles en una hora. La lengua tiene una poderosa influencia sobre los demás. Si queremos parecernos a Jesús, una de las áreas importantes que debemos cuidar con toda diligencia es nuestra lengua.
La Biblia enfatiza claramente que lo que dices es una indicación de lo que hay en tu corazón. Si tus palabras bendicen y animan a otros, evidencian un corazón compasivo. Si compartes a otros las buenas nuevas de Cristo, demuestra un corazón que está agradecido con la salvación.
Hablar negativamente tiene un gran costo, y observar lo que decimos trae recompensas. Haz una autoevaluación. Cuando otros están en problemas, ¿Saben qué podrán encontrar paz y consuelo en tus palabras? ¿Qué clase de corazón revela tus palabras y la manera en que las dices?
JOSUE FAJARDO | PASTOR SIN MUROS
@josuefajardosm